Significado del término sefardita
A esta comunidad judía se la llama también sefardí, y se solía emplear el vocablo para distinguirlos de aquellos judíos askenazi de origen centroeuropeo, alemán o ruso. El término sefardí proviene de Sefarad, con el que la Biblia designaba a España, como consta en el Libro de Abdías: La multitud de los deportados de Israel ocupara Canaán hasta Sarepta. Y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad ocuparan las ciudades de Negueb, haciendo referencia a la cautividad de los judíos en Babilonia, y a su dispersión después de la destrucción de Jerusalén en el año de 586 a.C. A partir del siglo II E.C., los judeoespañoles nombraron a la Península Ibérica como Sefarad, término que se sigue empleando hasta nuestros días.
Quiénes son los sefarditas
Se conoce con el nombre de sefarditas a los judíos que habitaron España hasta el año de 1492. Según afirman algunos investigadores la presencia judía en España es muy antigua como lo han demostrado algunos hallazgos arqueológicos como un anillo fenicio que se encontró en Cádiz en el siglo VII a.C. así como un ánfora proveniente del siglo I, hallada en Ibiza, en la que aparecen algunos símbolos hebreos. Durante las llamadas Guerras Púnicas en las cuales se enfrentaron Roma y Cartago en 264 a.C. los judíos de la hoy España sufrieron un considerable incremento, pues Roma se apoderó del territorio hispano. Como ocurriría siglos después con la conquista de Judea por parte de Vespasiano emperador romano desde el año 69. Durante la Diáspora, llegaron a Hispania cerca de ochenta mil judíos procedentes de Palestina.
Más adelante, cuando los visigodos, pueblo germánico que conquistó Hispania, se convirtieron al catolicismo gracias a Recadero I (559-601) por medio del III Concilio de Toledo, se dio inicio a la discriminación y la persecución de los sefarditas, y su calidad de vida se volvió sumamente difícil, por lo cual consideraron la invasión de los árabes como un acontecimiento liberador. En este tiempo dieron inicio las aljamas (conjunto de judíos o de moros) y las juderías (barrios judíos).
Con la victoria del bereber Táriq ibn Zyad, general nafza (nombre de una tribu bereber perteneciente a los burt) en Hispania, y el inicio de la etapa musulmana en la Península en 711, las juderías crecieron y los judíos gozaron de una relativa tranquilidad social. La más importante fue la comunidad andalusí, la cual hacía gala de su buena organización y de su alto nivel cultural. Muchos de estos judíos aprendieron el árabe que utilizaban como lengua corriente, y se integraron como funcionarios y como gente de comercio, lo que les permitió ocupar puestos importantes y amasar buenas fortunas. En esta época musulmana, los sefarditas florecieron culturalmente, y se destacaron tanto en las artes como en las ciencias: astronomía, matemáticas, medicina, arquitectura, filosofía…
La Diáspora Sefardí
El exilio de los judíos sefarditas ocurrió en el año de 1492, por orden estricta de los Reyes de España: Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, al finalizar la guerra de Granada, con la cual dio término el dominio árabe en España. En Granada se firmó el decreto de expulsión de los judíos, elaborado por el inquisidor general Tomás de Torquemada, quien presentaba como razón fundamental para la salida de los judíos, el hecho de que hacían peligrar la fe católica de los judíos conversos que ya existían desde 1391, aun cuando la verdadera causa era más profunda y de índole económica y política, no solo para España sino para los nuevos estados que se formaban en Europa. Al salir de España los sefarditas llevaron consigo el idioma que hablaban, el judeoespañol, el castellano que se hablaba en el siglo XV. Mal vendieron sus bienes y les fue prohibido sacar oro y plata del territorio español. Las condiciones de su salida fueron espantosas. Muchos de ellos se asentaron en África del Norte, otros optaron por Portugal, Navarra o los estados italianos. Pero al ser expulsados de Navarra se fueron a Bayona. En 1497, aquellos que habían optado por Portugal debieron convertirse al catolicismo y algunos decidieron emigrar a los Países Bajos y al norte de Europa. Otros grupos sefarditas se fueron a las regiones otomanas de los Balcanes y al Oriente Próximo. Los sefarditas que no quisieron salir de España se tuvieron que convertir en cristianos y se bautizaron; entre ellos se encontraban los judíos más cultos y ricos. El número de judíos que participaron en la Diáspora varía según cada investigador, pero va desde los cincuenta mil hasta los cien mil.
El primer sefardita llega a América
El primer judío sefardita que pisó tierras americanas fue Yosef Ben Halevy Haivá, cuyo nombre de converso fue Luis de Torres originario de Moguer, Huelva. Llegó acompañando a Cristóbal Colón, debido como el mismo afirma, a que hablaba varias lenguas que les serían útiles cuando encontraran a las Diez Tribus Perdidas de Israel al llegar a China. Pero no llegaron a China sino que: Desembarcamos en la isla de Guanahaní, que Colón bautizó San Salvador y tomamos posesión de esas tierras para Castilla y Aragón, como constató el señor Torres. Cuando Colón volvió a España en 1492, Torres se quedó en el asentamiento llamado La Navidad de La Española, que después fuera desaparecido por los rebeldes indígenas incitados a que renunciaran a la fe católica por el mismo Torres quien se había convertido, con reticencias, al catolicismo.
Durante toda la época colonial llegaron muchos “cristianos nuevos”, conversos, a la Nueva España, a pesar de que un edicto de los Reyes Católicos prohibió su emigración a América, como también lo prohibió el rey Manuel de Portugal, en 1499. A los judíos que llegaban se les conoció con el nombre de “criptojudíos”, hebreos cristianos, conversos y portugueses. A partir de 1528, se llamó judío-portugueses a todos los que llegaron de Holanda y España. Lo que los expulsados pasaron hasta llegar a sus destinos es una larga relación de sufrimiento que también nos habla de una profunda fé y una fuerza casi ilimitada. Así se formó la Diáspora Sefardí. Una Diáspora dentro de otra Diáspora que llegó al Nuevo Mundo. (Cfr. La revista Sefarad)
Los primeros sefarditas en la Nueva España
El estupendo investigador Luis Weckmann en su libro La herencia medieval de México, nos informa que: Los juadaizantes, o sea quienes practicaban en secreto la religión mosaica, fueron numerosos en la Colonia a partir de 1580, año en que Portugal (de donde no habían sido expulsados hasta entonces) fue anexado a España. No obstante hubo casos célebres de criptojudaismo desde principios del siglo XVI, como el de Hernando Alonso, colaborador de Cortés en la construcción de los bergantines y encomendero de Actopan, que fue quemado en Tlatelolco en 1528. La corona reiteró en 1539 la prohibición de que pasaran a las Indias los “hijos y nietos de quemado o reconciliadp, judío, moro o converso alguno”; no obstante ello, muchos judíos se fueron estableciendo poco a poco en la Nueva España, especialmente en las grandes ciudades.
Así pues, desde los años iniciales del siglo XVI hubo judíos sefarditas procedentes de Portugal asentados en la Nueva España, a quien se consideraba como hispanos dada la anexión de Portugal al reino español. Muchos de ellos acabaron en la Inquisición por “marranos”… o no. Ese fue el caso de Nuño Méndez, a quien se le acusó de incesto en 1538, siendo el inquisidor en jefe fray Juan de Zumárraga. Otro judío sefardita del que se tiene mención fue García González Bergemero, quien llegó a la Nueva España en 1559. Se le acusó de marrano y fue apresado y sentenciado a garrote y quemado en el auto de fe del 11 de octubre de 15479. No pudo salvarse a pesar de sus negativas ante las acusaciones y de haber confesado que algunos de sus familiares si seguían celebrando los ritos y ceremonias de la religión judía.
Luis Carvajal y de la Cueva nació en Portugal en 1539 y murió en la Ciudad de México cincuenta y dos años después. Cristiano nuevo de origen portugués fue uno de los conquistadores, y gobernador del Nuevo Reino de León de 1580 a 1588. Vivió en Sevilla donde se casó con Giomar Ribera, para poco después irse a América donde fue alcalde de Tampico. No fue hasta su segundo viaje a Nueva España cuando fue nombrado gobernador del Nuevo Reino de León, donde vivía con su hermana, su cuñado y sus sobrinos; entre ellos se encontraba Luis Carvajal, apodado El Mozo, quien llegaría a ser el primer escritor judío de América. Todo iba bien para Carvajal, pero en 1590 fue acusado ante la Inquisición de judaizante (practicante de ritos y ceremonias judaicas) a pesar de decirse cristiano. Encontrándole culpable se le condenó a seis años de exilio, pero mientras esperaba la sentencia murió a causa de las atroces torturas que recibió. Sus familiares murieron quemados en la hoguera. Así pues Carvajal El Viejo fue uno de los primeros judíos sefarditas que conoció la Nueva España del siglo XVI. Los datos que de ellos se han obtenido se deben a las actas del la Inquisición.
Los sefarditas de los Altos de Jalisco
Poco a poco los sefarditas se fueron asentando en la Nueva España como queda dicho. Así, después de la aniquilación de los indígenas en la famosa batalla de Mixtón, entablada entre grupos chichimecas y conquistadores, muchas familias españolas y judeo-conversas se asentaron en la zona de Nueva Galicia. Los primeros asentamientos ocurrieron en Atotonilco el Alto y en Teocaltiche. La Audiencia de Guadalajara repartió mercedes entre los colonos. Muchas de las familias fundadoras que llegaron procedían de Sevilla, otras de las dos Castillas y de Extremadura.
Con el paso del tiempo, las familias perdieron su religión, o como afirma el Diario Judío: No obstante, resulta imprescindible para el tema establecer razones definidas por las cuales los alteños perdieron su judaísmo. Inicialmente tenemos que reconocer el factor distancia, debido a que en los primeros asentamientos las familias quedaron dispersadas en pequeños núcleos (durante el siglo XVI), ignorándose realmente su vida religiosa en el seno familiar (no existen datos al respecto), ya que en público su catolicismo era manifiesto. Lo anterior es muy entendible por el judío actual que haya nacido en un matrimonio mixto -judío(a) con católica(o)–, ya que usualmente ninguno de los padres presiona el aspecto religioso, aparentando los hijos en la calle una imagen “católica”, pero sintiéndose internamente judíos, sobre todo en los países iberoamericanos donde la presión de una sociedad mayoritariamente católica discrimina (aun inconscientemente) a quienes no son de su credo.
De ahí que muchos descendientes de judíos sefarditas no sólo de Jalisco sino de Guanajuato Michoacán y otros estados, hayan perdido la religión de sus ancestros, e incluso ni siquiera sepan que corre por sus venas alguna que otra gota de sangre sefardita.
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Fuente: Komoni.mx